sábado, 31 de mayo de 2008

El arte de la conversación ha cambiado radicalmente de forma durante los últimos 50 años.
Extraño es encontrar gente que aún se reuna en torno a una mesa gastronómicamente ornamentada deseosa de disfrutar de una tertulia en que se discurra de una variopinta gama de temas sin una finalidad en especial, sino simplemente gozar de una charla bien nutrida y atractiva a los corazones que aun tienen ese espíritu aventurero propio del carácter bohemio.

sábado, 17 de mayo de 2008

Mau


En una lluviosa mañana de principios del mes de Marzo, me desperté súbitamente de un violento salto que me hizo caer de la cama e ir a parar directamente hasta el suelo; a mi lado se encontraba mi regordete amigo Mau, un gato de aspecto acebrado y mal acostumbrado a la vida pachangona y sibarítica que su dueño sobreprotector le había procurado desde que se lo obsequiaron como uno de los cachorros de la última camada de la gata de sus padres.


Mau tenía la costumbre de esperar al pie de la cama a que yo me levantara para exigir a primera hora de la mañana su primera ración de comida consistente en un pescado medio frito y medio litro de leche entera de vaca, lo que constituía su primer manjar del día. Acto seguido salía por la puerta del departamento y no acostumbraba volver antes del medio día.


Inmediatamente terminadas mis faenas con aquel felino tan ladino, poníame gustosamente a tomar mi desayuno , asearme, afeitarme y hacerme de los titulares del diario matutino, para así comenzar el día en ocuparme del trabajo en mi despacho, dado que soy abogado y mi profesión me exige la consagración al estudio y al análisis durante buena parte de mi día.


Recordarán ustedes que al principio he dicho que me desperté de un salto repentino. Pues bien, he aquí la causa de aquel violento despertar:

En mis ensoñaciones nunca he sido presa de pesadilla más bisarra que la de aquella madrugada:
Me encontraba yo descansando en mi alcoba, por supuesto, sobre la cama confortablemente acolchada, cuando de repente creí oír mascullar algunas palabras en algún lugar dentro de la misma habitación, lo que me hizo quedar dubitativo y un tanto alarmado durante algunos segundos; sin embargo, como es conocido de todos los escépticos empedernidos, atribuí tales sonidos a un efecto provocado por el crujir de la madera de la cama durante las noches, por lo que me tranquilicé volviendo a entregarme a mi descanso.

No habían transcurrido dos segundos cuando escuché con toda claridad una especie de monólogo que provenía de la parte de abajo de mi cama, como los sonidos anteriores. Sobresaltado bajé de aquella a toda prisa cuando de repente pude observar que mi gato Mau estaba sobre dos patas emulando al parecer a un ser humano.

De su bigotudo hocico salían palabras bien articuladas, inteligibles, hirientes pero sobre todo elocuentes que daban forma a un discurso de los más venerables que he escuchado:

" La vida del ser humano pareciera haberse trocado en una mezcolanza de eventos inconexos y sin preeminencia alguna merecedora de la atención de sus creadores, ocupados en salvar las necesidades cotidianas de la comida, el techo y excreciones fisiológicas así como el instinto biológico de engendrar y de beligerar; es por ello que hoy los felinos de todo el mundo nos hemos levantado contumaces contra aquellos que han querido usurpar el rol que de antaño nos ha pertenecido, pertenece y pertenecerá".

Así fue como recordé aquel extravagante sueño hasta las doce , hora en que el buen Mau regresaba a degustar su banquete de mediodía.