domingo, 16 de septiembre de 2007

Sólo una meditación


Un sombrío rincón en alguna infame taberna de la Ciudad sirve de refugio al espectador de mundos; cinco tarros de cerveza lo han transportado a remotos tiempos que fueran inconcebibles en su amarga sobriedad; tiempos y lugares en donde habitan las mujeres que ha amado, los amigos con los que ha jugado y los recintos habitados en las tardes sin fin que fenecen mientras el reloj continúa su ritmo perenne, un paraíso nostálgico alimenta a su corazón, que de nuevo vuelve a suspirar.

Hoy es un nuevo Despertar





miércoles, 12 de septiembre de 2007

Zoo - Universia: Irratiocelularis y Futbolicustupidus

Un futbolicustupidus protegiendo su territorio.


El tiempo transcurría monótonamente recargado en la bardita del segundo piso del edificio A8 mientras esperaba que algún viejo conocido o un nuevo desconocido se dignara a acercarse para iniciar cualquier tipo de conversación civilizada que iluminara por un momento la mente de nuestro espectador de jardineras y de hordas de aspirantes a abogaduchos afanados al deseo de pertenecer algún no muy lejano día a alguno de esos mugrosidespachos, uno de esos de los que está atestada cualquier Avenida Central de este pais abogadil.
Así pues, desde lo más alto del edificio A8, nuestro escribidor recogía información valiosa para sus posibles estudios en comportamiento animal y zoología urbana, con una hiper - especialización en zoología universitaria, observando atenta y minuciosamente cada uno de los detalles volitivos de sus especimenes, de sus ganados, de su preciado objeto de estudio.
¡Al fin! Una criatura llamaba especialmente su atención; nuestro investigador se encontraba sumamente concentrado tomando nota de un curioso cuarteto de peludos machos que parecían olfatear con una lascivia incontenible las extremidades de una hembra a la que detectaron desde varias millas a lo lejos haciendo uso de su inconcebible capacidad ocular; la hembra sostenía algo parecido a los pitillos que fuman las personas, pues se consumía tal cual, a la vez que caminaba meneando coquetamente el culillus en su andar llamativo e insinuante a los peludos, cuando de repente, un estridente graznido que provenía exactamente del primer piso lo sobresaltó a tal punto que el naturalista pudo sentir correr desde su vientre hasta su garganta una irritación molestísima que le conturbó por algunos segundos.
Habiéndose recuperado, decidió atar una cuerda, que llevaba siempre consigo para utilizarla en casos de emergencia, a una de las bancas del salón más próximo. Después de anudarla, la palpó y se aseguró de que no corriera peligro al descender al inhóspito primer piso del edificio. Acto seguido, descendió cuidadosamente hacia el lugar de donde se había producido semejante estruendo con el cometido de hallar a la criatura que lo había proferido y elaborar un análisis escrupuloso de la naturaleza de tan extraño ser.
Apenas divisaba el panorama que tenía ante sus ojos, cuando otro sonido gutural se produjo, esta vez más irritante para el oído del investigador, quien al voltear, quedó atónito.
Ahí estaba, lo había descubierto: Se trataba de un irratiocelularis, de la familia de los descerebrus-tecnologicus, rodeado de tres futbolicustupidus.
El irratiocelularis, un macho bípedo de un metro setenta y cinco centímetros era un ser prodigioso; dominaba a la perfección la técnica del uso del teléfono celular, presionaba incansablemente los botones, diestramente enviaba mensajes de texto a la vez que él los recibía, su teléfono sonaba y cuando sonaba, él gritaba, su teléfono vibraba y cuando eso pasaba, él también vibraba, rugía y se desgañitaba.
Por su parte, los tres futbolicustupidus se encontraban haciendo toda clase de faenas, brincos y corretizas en torno a un objeto de hule esférico, que botaba y rodaba cuando las tres rarezas lo pateaban o lo golpeaban con la cabeza, a la vez que uno de ellos sujetaba en su mano algo parecido a un diario, como el que todos nosotros conocemos, a excepción de que este ténía una peculiaridad que le pareció interesantísima al estudioso, pues en sus páginas podían verse cientos de imagenes, momentos como el que sus ojos presenciaban en ese instante suspendidas en el tiempo y reunidas en una primitiva publicación que parecían observar enajenadamente los torvos ganados.

El zoólogo apuntó en su cuadernillo de notas:

En algún momento del pasado, los Irratiocelularis y los Futbolicustupidus,que pertenecían a la especie Homo Sapiens, se perdieron en la línea de la evolución y no sólo cortaron con los vínculos sociales que les unían a ellos, sino que, inexplicablemente, comenzaron a manifestar comportamientos impropios de sus ascendientes, que eran hasta ese momento, la especie más evolucionada del reino animalia, lo que tuvo como resultado dramáticos cambios en toda la estructura del globo. La polarización alcanzó un nivel cataclísmico en donde las dos especies se vieron obligadas a coexistir utilizando las tecnologías que el Homo Sapiens había desarrollado, pero los descerebrus- tecnologicus hicieron mal uso de las ventajas tecnológicas que hasta ese momento se conocían, llevando a la humanidad a un nuevo estado de sumersión atávica en el que predominaba la enajenación tecnológica y del que sólo se podrían esperar dos cosas: La extinción de una especie y la sobrevivencia de la otra o la esclavitud de una a manos de la otra.










sábado, 8 de septiembre de 2007

El Regreso

Me encuentro de regreso.

Sí. Después de varios meses de nula producción y carestía en mi escritura, de la semilla de la expresión que llevo dentro al fin germinan nuevas ideas, sentimientos y emociones frescas, tan frescas como la mañana de un mes de Mayo, ya hace más de un año, en que empecé a escribir frenéticamente poseído por el tantas veces maldecido insomnio, dominado por el deseo de hablarle a mi espíritu y al espíritu de todos los que con las letras, los libros, y el buen vino transitan perdidos por los derroteros de su destino, peregrinos en la tierra del olvido, pernoctadores de sí mismos.

Si te sientes aludido, ¡ Con gusto te recibo !

Bienvenido seas a mi Castillo.