Heme aquí, tratando de contrarrestar el hastío y aburrimiento irremisibles en que se cae cuando uno es solitario por convicción y devoción.
Caminar, fumar, tomar, son alternativas que he probado una y otra vez, sin embargo tengo la certeza de que poco a poco tu alma se acostumbra al batallar con tu propia humanidad y ya no encuentras caso al evadirte de todas las maneras que puedas encontrar, sino que tú mismo abordas el deseo de consumirte poco a poco y sin obstáculos que te hagan olvidar tus recuerdos, tus deseos y tus rencores.
Te resignas a ser testigo de tu propio batallar y contentarte con tu etérea paz, que alcanzas sólamente cuando has probado el fruto amargo de lo inmundo.
sábado, 3 de enero de 2009
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