El Comienzo
28 de Mayo de 2006, 7: 29 a.m.
No sé como empezar éstas líneas o qué es exactamente lo que quiero plasmar , así que creo que dejaré que mis sentimientos y mis emociones broten libremente y le sirvan de hilo narrativo a toda esa densa nebulosa de sensaciones que yacen dentro de mi.
Siempre he pensado que en la existencia de las personas hay una razón para todo, una máxima que produce esa inquietud característica e innata del ser humano para desear y alcanzar determinados propósitos en el transcurso de nuestra vida y entre mejor conozcamos lo que somos y lo que queremos más posibilidades tenemos de lograr la realización de los ideales que se anhelan.
Por supuesto que hay una razón para que me haya despertado a las dos de la madrugada, prender la luz, hacer ruido suficiente como para provocar la comprensible irritación de mis padres ante las ya muy frecuentes manifestaciones de saludable noctambulismo de su hijo mayor, presionar el botón de encendido de mi computadora y ponerme a reflexionar como nunca lo he hecho, a grado tal que me encuentro por primera vez escribiendo fervientemente, motivado por un tipo de sentimiento que no imaginé experimentar con tanta intensidad a tan temptrana edad y con la conciencia plena de que sé exactamente lo que es y que en el principio, cuando sentí que afloraba en mi mente y en mi corazón me mostré temeroso y desconfiado, pero también emocionado y ansioso, (reacciones típicas ante lo inexplicablemente sublime) , no sabía hacia a que, o al menos aún no llegaba el momento en el que me podía dar cuenta de su importancia en mi presente y de su trascendencia para el porvenir.
Ya pasan de las seis y puedo ver por la ventana que comienza a amanecer. Espero tener tiempo suficiente para retomar la redacción de este . . . ¿ cómo llamarlo? . . . de este momento de comprensión, de este comienzo nunca esperado, al que no puedo más que abrazarlo.
28 de Mayo de 2006, 7: 29 a.m.
No sé como empezar éstas líneas o qué es exactamente lo que quiero plasmar , así que creo que dejaré que mis sentimientos y mis emociones broten libremente y le sirvan de hilo narrativo a toda esa densa nebulosa de sensaciones que yacen dentro de mi.
Siempre he pensado que en la existencia de las personas hay una razón para todo, una máxima que produce esa inquietud característica e innata del ser humano para desear y alcanzar determinados propósitos en el transcurso de nuestra vida y entre mejor conozcamos lo que somos y lo que queremos más posibilidades tenemos de lograr la realización de los ideales que se anhelan.
Por supuesto que hay una razón para que me haya despertado a las dos de la madrugada, prender la luz, hacer ruido suficiente como para provocar la comprensible irritación de mis padres ante las ya muy frecuentes manifestaciones de saludable noctambulismo de su hijo mayor, presionar el botón de encendido de mi computadora y ponerme a reflexionar como nunca lo he hecho, a grado tal que me encuentro por primera vez escribiendo fervientemente, motivado por un tipo de sentimiento que no imaginé experimentar con tanta intensidad a tan temptrana edad y con la conciencia plena de que sé exactamente lo que es y que en el principio, cuando sentí que afloraba en mi mente y en mi corazón me mostré temeroso y desconfiado, pero también emocionado y ansioso, (reacciones típicas ante lo inexplicablemente sublime) , no sabía hacia a que, o al menos aún no llegaba el momento en el que me podía dar cuenta de su importancia en mi presente y de su trascendencia para el porvenir.
Ya pasan de las seis y puedo ver por la ventana que comienza a amanecer. Espero tener tiempo suficiente para retomar la redacción de este . . . ¿ cómo llamarlo? . . . de este momento de comprensión, de este comienzo nunca esperado, al que no puedo más que abrazarlo.
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